En Navidad podemos ver ramas de muérdago adornando puertas o colgando en el techo. Aunque en España no existe tanta tradición, en otros lugares de Europa y América, esta planta es considerada como símbolo de buena suerte.
Una de las características más peculiares del muérdago es su capacidad para enraizar sobre otras plantas y no sobre la tierra. Sus bayas blancas contienen una sustancia gelatinosa, con la que se pegan a los troncos, para luego germinar y echar raíces.
Crece preferentemente en las ramas de encinas, pinos, manzanos y robles, sus tallos forman una especie de madeja. Se alimenta de la savia de éstos, de ahí su carácter parasitario.
Desde hace mucho tiempo, el muérdago ha sido considerado una planta sagrada, asociada a la fertilidad y que trae muy buena suerte.
La tradición navideña dice que aquella mujer que recibe un beso bajo el muérdago en Nochebuena encontrará el amor que busca o conservará el que ya tiene. Si se trata de una pareja, tendrá el don de la fertilidad.
Hay leyendas que le atribuyen poderes mágicos debido a sus características: no se consideraba ni del cielo ni de la tierra, ya que sus raíces no tocan nunca el suelo, pero tampoco se mantiene por sí mismo en el aire. De ahí el hábito de recogerlo sin permitir que caiga al suelo, y después colgarlo del techo.
En la antigüedad, el rito de cortar el muérdago era respetuoso y complejo. El mejor, era el que crecía en los robles. La tradición decía que había que pedir permiso a la planta antes de cortarla y que, quien no lo hiciera con la debida reverencia, sufriría todo tipo de males. Además, era obligado hacerlo cuando la luna tenía seis días, de un solo corte y evitando que cayera al suelo.
El muérdago tiene beneficiosas cualidades antiespasmódicas y tranquilizantes, por eso se ha utiliza contra la epilepsia, los vértigos y las convulsiones. También alivia el lumbago o la ciática y detiene las hemorragias si se pone sobre la zona afectada.
Como muchas plantas, puede ser tóxico en grandes cantidades. Su uso debe ser externo.
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