En el año internacional de la luz dejamos esta referencia a
la bombilla incandescente más longeva. Desde 1901 esta bombilla está
funcionando ininterrumpidamente en un parque de bomberos. Desde que esta
“monitorizada” por cámaras web, finales
de años 90, ha
sido necesario cambiar de cámara tres veces, pues no aguantan el ritmo de la
bombilla en cuestión. En el siguiente enlace podemos ver la bombilla
funcionando a día de hoy:
De sobra sabemos que precisamos de la luz artificial que nos
proporcionan las bombillas. Pero curiosamente las bombillas incandescentes se
dejaron de fabricar porque no cumplían con los requisitos establecidos en
nuestros días en lo referente a la cantidad de energía que consumían en relación
con su potencia lumínica y a la escasa duración de estas bombillas. Por estos
motivos han sido sustituidas por las bombillas de baja consumo (fluorescentes)
y led. Pues bien la bombilla “centenaria” no tendría porque ser una excepción.
Si que es cierto el escaso rendimiento energético de esta bombillas pero con
respecto a su durabilidad no tendrían que envidiar a las actuales led. En su
momento, finales del siglo XIX y principios del XX, los fabricantes de
bombillas incandescentes fueron capaces de conseguir, en competencia entre
ellos, duraciones de 80.000 horas,
superior a la vida media de una bombilla led actual. El problema surgió cuando
se dieron cuentas que con bombillas de tanta duración bajaban las ventas: Las
bombillas no se estropeaban y no había gasto en su reposición. Entonces los
fabricantes decidieron acordar una duración de las bombillas incandescentes de
máximo 4000 horas, y así fue hasta hace unos años cuando se dejaron de
fabricar. Esto nos lleva a otra cuestión medio ambiental muy preocupante. La
llamada obsolescencia programada, es decir, el diseño previo de la duración de
un objeto de consumo, habitualmente electrónico, con lo que se convierten en
poco más que objetos de usar y tirar.
A todos nos gusta estrenar nuevo móvil , tableta, ordenador o equipo de música pero muchas veces no pensamos en el impacto medioambiental que supone la fabricación de estos objetos, y lo que es peor, el impacto medioambiental que supone cuando nos deshacemos de ellos, incluso aunque sea pensando en su reciclado. En el siguiente documental nos explican con detalle lo que es la obsolescencia programada y el problema ambiental que supone para muchos países toda la basura tecnológica generada. Curiosamente el problema lo tienen países africanos a donde se está enviando toda esta basura desde los países desarrollados: Dados los costes de su reciclado o del tratamiento de estos desechos resulta más barato transportarlo a otros países con normativas menos exigentes, por no decir nula, en materia medio ambiental
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